miércoles, 6 de julio de 2016

Cristianos Verdaderos y Falsos Cristianos(cont.)




D).- ASÍ COMO RECHAZAN LA MISA Y LA EUCARISTÍA, GONZALO VEGA RECHAZA OTROS SACRAMENTOS
El Bautismo


a) No lo rechaza categóricamente, pero lo modifica y en cierto modo lo rechaza y le pone condiciones. Porque al admitirlo únicamente para los adultos, lo niega para los niños, siguiendo el ejemplo de otras sectas protestantes. Y de esta manera, para comprometernos más, obligó a los adultos a rebautizarnos, so pretexto de que no había valido el Bautismo recibido cuando éramos niños. i Dios nos perdone, porque al rebautizarnos, renegamos del carácter de nuestro único Bautismo!

 Al negar el Bautismo a los niños, Gonzalo Vega entra en abierta contradicción con los Apóstoles y con los primitivos cristianos, que bautizaban a los recién nacidos y a los dependientes aún del seno familiar.

Cuando los Hechos de los Apóstoles repiten que, al convertirse unos adultos, se convertía toda su casa y se bautizaba, por la expresión "casa" se aludía a toda persona que en ella habitara, esto es, a lo que formaba el núcleo familiar. Así que incluía también a los recién nacidos.

Lidia, adulta que recibió la predicación de San Pablo, "fue bautizada lo mismo que su familia". El carcelero de Filipos "fue bautizado él y todos los suyos" (Hechos XVI - 15:33). Nadie creerá que los hijos o los nietos recién nacidos no fueran su familia ni de "los suyos".

El Bautismo de los niños viene de los Apóstoles y lo practicaron los primeros cristianos. San Ireneo, Obispo de Lyon y discípulo de San Policarpo, y éste a su vez, discípulo del Apóstol San Juan, decía que en su feligresía tenía bautizados de todas las edades, incluyendo niños en brazos de sus padres.

Los Apóstoles iniciaron esta práctica para dar continuidad en la Ley de Gracia al mandato de Dios en el Antiguo Testamento (Gen. XVII-11-12), de que los Israelitas fueran circuncidados a los ocho días de nacidos; práctica ritual mediante la cual, externamente eran incorporados al pueblo de Dios, y espiritualmente libres del pecado original por la fe en el Redentor que había de venir. Venido el Redentor, instituido el Sacramento del Bautismo, urge la aplicación de la Redención ya consumada, en cada ser humano que ingresa al mundo pues Jesucristo "es la luz verdadera que ilumina a todo hombre que viene a este mundo" (Jn. I-9).

¿Porqué los padres, que fueron el medio elegido por Dios para transmitir la vida natural del cuerpo, no habrán de ser medios obligados para completar esta preciosa misión proporcionándoles la vida sobrenatural para la eterna bienaventuranza?

Gonzalo Vega copió la mala costumbre de ciertas sectas protestantes que niegan el Bautismo de los niños, y que creen poder apoyarse en el hecho de que los niños no pueden hacer un acto de fe, condición para recibir el Bautismo, pues dijo el Señor: “el que creyere y fuere bautizado…” Luego – según ellos – se exige la fe antes que recibir el agua bautismal. Esperan a que puedan discernir para creer.

Los católicos, además de basarnos en la práctica apostólica antes descrita, interpretamos este punto así: se exige la fe antes del bautismo a quienes puedan hacerlo con suficiente discernimiento e instrucción, mas no a quienes carecen del uso de razón y están urgidos del bautismo, cuales son los niños y los amentes, por cuanto se hallan sujetos a las vicisitudes de la vida y a la salud en su precaria edad.


Son bautizados en la Fe de sus padres, así como obtuvieron la vida natural por la sola voluntad de sus progenitores. Esto explica la conducta de Jesús, que perdonó al paralitico sus pecados “viendo la fe de los que lo llevaban” (Mth. IX – 2; Mc. II – 5) y resucitó a Lázaro por la fe de sus hermanas: “¿No te he dicho que si creyeres verás la gloria de Dios?” (Jn. XI – 40). Esto explica la conducta de los Apóstoles, que bautizaban familias enteras, y esto explica también la conducta de la Iglesia, que obra por tradición apostólica al bautizar a los niños.



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