viernes, 4 de abril de 2014

Devocionario para Cuaresma y Semana Santa (cont).


TERCERA VISITA. (Ante el tercer Monumento).
Los Apóstoles huyen y abandonan a Jesús.


Consideraciones.

¡Triste condición de la flaqueza humana! Apenas ven los discípulos que ha sido aprehendido su Maestro, huyen acobardados y le abandonan. Lo había profetizado en el Cenáculo: "Todos vosotros padeceréis escándalo en mí esta noche, porque escrito está: Heriré al Pastor y se dispersarán las ovejas del rebaño" (Mth.XXVI-31; Zac. XIII-7). Y se cumplió a la letra, como lo atestigua uno que también huyó: "entonces los discípulos todos, abandonándole, huyeron" (Mth. XXVI-56/b).

Pero Jesús está cada vez más cerca de quienes le abandonan, pues por amor suyo se entrega a los enemigos, por amor suyo comienza a padecer vejaciones, por amor suyo camina hacia la Cruz.

Así sigue y te cuida cuando tú te alejas. Si tratas de olvidarlo, El te recordará su presencia rodeándote de beneficios.

Acompaña a Jesús frente a la Urna del Monumento en estos momentos de abandono. Si el mundo entero huye y lo abandona por la apostasía, tú permanece fiel y firme en tu fe.


Oración.

Gracias, Jesús Bondadosísimo, por haberos dignado quedar realmente presente en la Santísima Eucaristía, como perpetua memoria de Vuestra Pasión. A pesar Dios mío, de que frecuentemente he huído del dolor y te he abandonado, comprendo que mi deber es estar a tu lado. Aunque sea un pecador, quiero seguirte como un perro fiel sigue las huellas de su Amo.

Padre Nuestro, Ave María y Gloria al Padre.




CUARTA VISITA. (Ante el cuarto Monumento).
Jesús ante Anás. La bofetada. Juicio previo frente a Caifás.



Consideraciones.

Como si fuera un ladrón, un asesino o un vil animal a empellones han conducido a Jesús a la presenció del repugnante Anás, hombre de alta investidura espiritual pero "envejecido en años de maldad" (Dan. XIII-52).

"El Pontífice, pues, interrogó a Jesús acerca de sus discípulos y su doctrina" (Jn. XVIII-19). Y, como Jesús hablara la verdad y cubriera con digno silencio la deserción de sus discípulos, "uno de los satélites allí presente le dió una, bofetada" (Ib. 22). El atrevimiento del cobarde esclavo que golpea a un hombre atado y custodiado, se convierte en rastrera vileza cuando es el bondadoso Taumaturgo quien sufre el ultraje. Es lo mismo que tú has hecho cuando has pecado.

Y a esas horas de la noche le hacen comparecer ante Caifás, que compartía sacrílegamente el Sumo Pontificado con su suegro Anás. Ante la audacia de sus interrogatorios, "Jesús callaba" (Mth. XXVI-63). Humildad profunda pero también sentencia terrible. A los empedernidos como Caifás y Herodes, Jesús no les habla (Cf. Luc. XXIII-9).


Oración.

Gracias, Jesús Bondadosísimo, por haberos dignado quedar realmente presente en la Santísima Eucaristía como perpetua memoria de Vuestra pasión. Que mi ingratitud no vuelva a golpear Vuestro rostro divino ni mi arrogancia a juzgar Vuestra verdad; antes, humillado y arrepentido, implore Vuestro perdón postrándome con mi rostro en el polvo.

Padre Nuestro, Ave María y Gloria al Padre.




QUINTA VISITA. (Ante el quinto Monumento).
Las tres negaciones de San Pedro.


Consideraciones.

Y mientras Jesús era humillado con el doloso interrogatorio de sus más viles criaturas, recibe por la espalda tres puñaladas del Discípulo preferido.

Pedro, el fogoso Pedro, la Piedra fundamental de la Iglesia, se expone a la tentación y cae cobardemente ante una criada: "El negó diciendo: Ni sé ni entiendo qué es lo que tú dices" (Mc. XIV-68a). Y "otra vez negó con juramento diciendo: No conzco tal hombre" (Mth. XXVI-72a). Y como preseverara entre los enemigos de Cristo y se acobardara más y más, para salvarse "comenzó a echar imprecaciones y a jurar: "no conozco a ese hombre que decís" (Mc. XIV-71).

Y el corazón herido de Cristo envió un rayo de arrepentimiento al de Pedro (Cf. Luc. XXII-61), el cual "saliendo, lloró amargamente" (Ib. 62).

¿Cuántas veces has negado a Cristo frente al pecado? Hoy, Jueves Santo, desde la Urna del Monumento, Jesús te mira: Ojalá que, traspasado de contrición, llores tus traiciones, como San Pedro, el resto de tus días.


Oración.

Gracias, Jesús Bondadosísimo, por haberos dignado quedar realmente presente en la Santísima Eucaristía como perpetua memoria de Vuestra Pasión. Señor, aunque mi ánimo es el de no traicionaros, y Vos conocéis mi flaqueza, pero también conocéis el fondo de mi alma. ¡Señor, bien sabéis que os amo!


Padre Nuestro, Ave María y Gloria al Padre.




SEXTA VISITA. (Ante el sexto Monumento).
Jesús en la prisión del Aposentillo. Vejaciones de los judíos.



Consideraciones.

Esta noche del Jueves Santo la pasó Jesús en un estrecho calabozo que la tradición llama "aposentillo". Fué noche de tormentos y de humillaciones, pues "los hombres que le tenían aprisionado le escarnecían hiriéndole, y habiéndole envuelto con un velo, le preguntaban diciendo: ¡Profetiza! ¿Quién es el que te hirió? Y blasfemando decían muchas otras cosas contra El" (Luc. XXII-63-65).

Mira a cuánta humillación se ha rebajado el Rey del Cielo por tu amor, pero también considera la execrable conducta de los siervos del Pontífice, los cuales, si obraran así con un hombre indefenso, merecerían infamia ante la humanidad. ¿Cuál será su precio, pues actúan tan vilmente con el Hijo de Dios?

Te parece que, alojado en las tinieblas, Jesús no mira tus pecados, y cuando esto recuerdas desearías vendar sus ojos para golpearle con la saña de tu vida disipada. "El que fraguó el ojo, ¿no verá?" (Ps. XCIII-9), y desde el encierro de esta Urna, ¿no escudriñará el fondo de tu conciencia?


Oración.

Gracias, Jesús Bondadosísimo, por haberos dignado quedar realmente presente en la Santísima Eucaristía como perpetua memoria de Vuestra Pasión. En esta Urna de Jueves Santo os considero preso en el Aposentillo en espera de la Pasión del Viernes. Permitidme velar esta noche a un lado de la reja que os aprisiona, no para ofenderos, sino para desagraviaros.


Padre Nuestro, Ave María y Gloria al Padre.




SEPTIMA VISITA. (Ante el séptimo Monumento).
Segundo juicio ante el Sanhedrín. Desesperación de Judas.


Consideraciones.

Judas, en tanto, va comprobando el efecto funesto de su traición. Jesús ha sido ya condenado a muerte por el Sanhedrín en los momentos en que solemnemente El proclama Su Divina Filiación.

Angustiado, Judas acude a sus cómplices con esperanza de hallar un paliativo que cohonestara su delito: "He pecado entregando la sangre inocente" (Mth. XXVII-9). Pero ellos le desprecian y, siendo reos del mismo delito, no escuchan ese aviso a su conciencia; abandonan al traidor a la suerte que él mismo se ha labrado y siguen, empedernidos, la obra comenzada.

Entonces él, "arrojando en el Templo las monedas de plata, se marchó de ahí y retirándose se ahorcó" (Ib. 5).

San Mateo advierte que el primer movimiento del traidor fué de penitencia. ¡La gracia que dió Jesús a Pedro no la negó a Judas! Pero él no acudió a Jesús ni a María, ni siquiera a sus compañeros de apostolado; acudió a los enemigos de Cristo, que acabaron por precipitarlo en los infiernos. ¡Así paga el diablo!

Jesús mío, si tu amor es infinito, infinita es también tu misericordia. ¡Si todos los pecadores acudiéramos "con confianza al trono de la gracia para alcanzar misericordia en tiempo oportuno"! (Hebr. IV-16).


Oración.

Gracias, Jesús Bondadosísimo, por haberos dignado quedar realmente presente en la Santísima Eucaristía como perpetua memoria de Vuestra Pasión. Concededme el equilibrio espiritual que da la sinceridad y la sencillez en el arrepentimiento: que no me ahoguen ni la presunción creyendo que no castigaréis, ni la desesperación suponiendo que no perdonaréis.

Padre Nuestro, Ave María y Gloria al Padre.

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