lunes, 21 de abril de 2014

Via crucis y via matris (cont).

VIII ESTACIÓN.

(Treinta y cinco metros adelante, frente al campo abierto).

JESÚS CONSUELA A LAS PIADOSAS MUJERES.

(Besando tierra. - Adorámoste ...)



"Nolite flere super me, sed super vos ipsas flete, et super filios vestros".
"No lloréis sobre mí, sino llorad más bien sobre vosotras mismas y sobre vuestros hijos" (Luc. XXIII-28).



Agradece, alma mía, la generosidad de tu Salvador. Al ver la fidelidad y las lágrimas de un grupo de mujeres piadosas que lloraban desconsoladas la humillante condición a que ha quedado reducido el Varón de Dolores y su inminente muerte, no pondera sus tormentos ni se refugia en la condolencia; antes olvidando generosamente su propio dolor, se duele de la amargura del pecado que le ha valido esta sentencia.

Pondera que, mientras llores los efectos y no detestes las Causas, en vano te lamentas. Llorar la Pasión de Cristo y hacer paz con el pecado es gran contradicción, pues el pecado es la causa de tan acervos dolores, y tantas veces crucificas a Cristo en tu corazón cuantas son las que te entregas a pecar (Cf. Hebr. VI-6).

Pero el dolor de Cristo va más al fondo cuando señala que es más de lamentarse la eterna condenación de aquellos que, desperdiciando o tal vez rechazando su divino victimato, prefieren precipitarse a la condenación eterna.

¡Oh misterio profundo el de la libertad humana! ¡Y el mundo entero se encamina a la condenación! Es tiempo aún de detenerlo. Danos, Señor, lágrimas de penitencia. Que caiga sobre el mundo tu Sangre Redentora.

(Meditación... "Señor, pequé ... etc. ").



IX ESTACIÓN.

( Al subir la colina )

JESÚS, CAE POR TERCERA VEZ.

(Besando tierra. - Adorámoste ...)


"Et positis genibus, orabat". 
"Y puestas en tierra las rodillas, oraba" (Luc. XXII-41).

Por tercera vez, la Omnipotencia que sostiene y rige al Universo, cae en su Humanidad, rendido por el dolor, la carga y la debilidad de sus agotados miembros. Sus santas rodillas, su pecho amoroso, su rostro divino, tocan el polvo con estrépito que alegra y alarma a sus enemigos: los alegra diabólicamente porque le ven derrotado; los alarma porque recelan que no podrán darse el placer satánico de crucificarle.

Pero esta tercera caída encierra un misterio tres veces revelado en este viacrucis. Que el Hijo de Dios bajó de los cielos a la tierra y la tocó con su Cuerpo divino; que el Verbo Eterno se hizo hombre tomando nuestra humana y terrena naturaleza, y que la humillación de Jesucristo hasta besar el polvo es una expiación meritoria ante el Padre.

Así lo hizo en el huerto con la misma intención, como nos lo refiere San Lucas: "e hincando en tierra las rodillas, oraba". Aquí también la postración de Cristo es oración meritoria y satisfactoria por nuestra salud. Allá, con angustia de agonía; acá, con dolores de muerte. Pero aquí y allá en fuerza de un victimato redentor.

De tierra formaste al hombre, Señor: (Cf. Gén. II-7); con la tierra y tu saliva le abriste los ojos a tu luz (Cf. Jn. IX-6), y besando a la tierra de que fuimos formados y curados, ahora lo redimes. Da a mi cuerpo volver al seno de la tierra habiendo gozado los frutos de tu redención.

(Meditación... "Señor, pequé ... etc. ").



X ESTACIÓN.

( En la cima del Calvario. Hoy, dentro de la Basílica).

DESPOJAN A JESÚS DE SUS VESTIDURAS.


(Besando tierra.- Adorámoste ...)


"Et dabant ei bibere myrrhatum vinum, et non accepit". 
"Y le daban vino mirrado; mas El no lo aceptó". (Mc. XV-23).



Mira, alma mía, al Buen Jesús que con ánimo esforzado y venciendo todos los dolores ha llegado finalmente a la cima del Monte Calvario.

Mientras los verdugos aprestan los instrumentos de la ejecución, unas piadosas matronas le ofrecen una mixtura de vino y mirra para que su efecto enervante, adormeciendo los nervios, enajenara la conciencia y disminuyera al dolor de la crucifixión. Pero El lo rehúsa porque está dispuesto a enseñar a la juventud la sobriedad, y a beber hasta las heces el cáliz de dolor que le da su Padre.

Contempla cómo con desprecio y brusquedad, los soldados le despojan de sus vestiduras y, con ellas, del coágulo que detenía la sangre de las heridas de la flagelación. ¡Qué dolor!

Pero el dolor se añade la confusión del purísimo Jesús al verse descubierto ante la multitud, y sólo por una disposición de la Providencia se le conceden los lienzos indispensables del pudor.

Esta afrenta permitióla el Señor para expiar los pecados de impureza, la desvergüenza de tantos cristianos sin pudor.

Y así, enseñando prácticamente la expiación en sobriedad y en pureza, enseña a la juventud los medios que la librarán de la disipación, del enajenamiento, de la lujuria tan fomentada por Satanás.

¿Osarás levantar tus ojos ante la Víctima Inocente?

(Meditación... "Señor, pequé ... etc. ").



XI ESTACIÓN.

( Del punto anterior, a dos metros hacia el Este.)


JESÚS ES CLAVADO EN LA CRUZ.


(Besando tierra. - Adorámoste ...)


"Crucifixerunt eum". 
"Lo crucificaron" (Jn.XIX-18).



Ha llegado el momento terrible por tantos años esperado y deseado por el Redentor.

Lo esperó desde su entrada al mundo, pues para eso había venido: "Héme aquí" (Ps. XXXIX-8); lo deseó en fuerza del celo con que buscaba tu redención por el derramamiento de su Sangré, según sus propias palabras: "Con bautismo tengo de ser bautizado, ¡y qué angustias las mías hasta que se cumpla" (Luc. XII-50). Mas no por su espera y deseo pierde su horror: los Evangelistas sólo consignan esta palabra: "lo crucificaron", porque ella sola encierra todo el dolor, toda la angustia, todo el tormento que un ser humano puede recibir en esta vida.

Considera, alma mía afligidísima, el sacrificio del Cordero de Dios para borrar tus pecados y los de todo el mundo (Cf. Jn. I-29), y piensa que de este sacrificio dependió la redención de todas las generaciones. Bien hubiera podido redimirte sin abandonar el seno del Padre, con sólo pedirlo; pero lo que bastó a su omnipotencia no satisfizo a su amor. Y aquí le tienes: después de sufrir crueles tormentos se entrega humildemente a la muerte poniéndose calladamente en manos de los verdugos, como un corderillo que no bala frente a quienes lo esquilan (Cf. Is. LIII-7).

¡Oh Rostro doliente de mi Señor, oh Cabeza atormentada, oh Espaldas desgarradas que yacéis sobre el tosco leño sosteniendo el Cuerpo entero mientras los verdugos clavan Pies y Manos a golpe de martillo! Ojos divinos que, a través de los grumos de sangre, contempláis el Cielo como para penetrar hasta el Trono del Altísimo, ¿qué miráis ante el Acatamiento divino? ¿qué misterios de justicia eterna y de amor infinito se entrelazan en este momento supremo de mi Redención?

(Meditación... "Señor, pequé ...)


XII ESTACIÓN.

( Cuatro metros al Norte - Este del punto anterior. )


JESÚS MUERE EN LA CRUZ.


(Besando tierra. - Adorámoste ...)


"Et,inclinato capite, tradidit spiritum". 
"E inclinando la cabeza, entregó el espíritu" (Jn. XIX-30).



Durante tres horas, desde sexta hasta nona, Jesús se debate en agonía. Densas tinieblas milagrosamente aparecidas en el Calvario, en la ciudad deicida y en todo el mundo, han mostrado el dolor de la naturaleza ante la agonía de Su Creador. Son las tres horas del Sacrificio en que, por una parte, el infierno vuelca sobre El su odio, su furia y sus horrores, y por otra el cielo se conmueve, los Ángeles lloran, por primera y única vez; el Padre Celestial, contemplando el rostro agonizante de su Cristo (Cf Ps. LXXXIII-10), rasga, conmovido, la sentencia condenatoria lanzada en el paraíso contra la raza de Adán. Jesús ha dado satisfacción plena a la justicia divina desde la encarnación hasta la cruz: "todo está 
consumado" (Jn. XIX-30), "e, inclinando la cabeza, entregó el espíritu".

La muerte de todo un Dios ha sido el precio del pecado, oh alma cristiana; la muerte infinitamente atormentada de Jesús, la condición de tu rescate.

Si ha muerto el Sol de tu vida, ¿podrás nuevamente ver la luz? Si ha muerto la alegría de los Ángeles, la razón de tu esperanza, ¿no cubrirás tu rostro con el crespón de la tristeza? Si ha caído al golpe de la justicia la Inocencia misma, ¿no ocultarás tu ser entero en las oscuras grietas de las peñas?

¡Conmuévase Natura en sus entrañas, rásguese el Velo del Templo! ¡La Sangre del Redentor ha penetrado el Calvario, el Hijo de Dios yace pendiente entre el Cielo y la tierra!

(Meditación... "Señor, pequé ... ").



XIII ESTACIÓN.

( Entre los dos puntos inmediatamente anteriores. )

DESCIENDEN EL CUERPO DE JESÚS Y LO DEPOSITAN EN BRAZOS DE SU SANTÍSIMA MADRE.


(Besando tierra. - Adorámoste ...)


"Acceperunt ergo Corpus Jesu".
"Tomaron, pues, el Cuerpo de Jesús" (Jn. XIX-40).



Al dolor espiritual y físico del Salvador, se une el dolor espiritual de su Madre. Infinito el de Cristo, finito pero proporcionalmente infinito el de María; redentor el de Jesús, corredentor el de la Virgen; de eficacia infalible el del Crucificado de intercesión poderosa el de la Reina delos mártires.

Contémplala ahora, cómo prolonga su dolor después de que la muerte ha puesto fin al tormento de su Hijo ... cómo sigue los afanes de los piadosos varones que desclavan y hacen descender, reverentes, el Cuerpo Sagrado ... cómo lo recibe en sus brazos y con sus lágrimas lo baña ...

Madre mía, no hay dolor que pueda compararse a tu dolor (Cf. Thren. I-12), pues, sosteniendo el cadáver del Hijo de tus entrañas, te encuentras madre del "hijo de la ira" (Eph. II-3) a quien debes proteger como hijo de tus lágrimas.

Un hijo mató a otro Hijo (Cf. II Sam. XIV-6). El criminal soy yo; perdóname por el Cuerpo de tu Hijo muerto que sostienes en tus brazos, pues en prenda del perdón que El me otorgó te entregó a mí por Madre mía.

(Meditación... "Señor, pequé ... ").



XIV ESTACIÓN.

(En el Santo Sepulcro.- Centro de la Rotonda de la Basílica).


JESÚS ES SEPULTADO.


(Besando tierra. - Adorámoste ...)


"Et, depositum, involvit sindone et posuit eum in monumento excisso, in quo nondum quisquam positus fuerat".

"Y habíéndolo descolgado lo envolvió en una sábana y le deposité en un monumento excavado en la peña, en donde nadie todavía había sido puesto". (Luc. XXIII-53).



El Cuerpo exánime de Jesús, amorosamente acariciado y besado por su Madre, reverentemente enjugado por la Magdalena y las, otras santas Matronas, sobriamente ungido de ungüentos y espolvoreado de mirra por San Juan y los santos Varones, es trasladado al sepulcro cuando caen las primeras sombras de la noche.

Contempla en espíritu esa triste y silenciosa procesión... mira el sepulcro abierto en una peña y como penetran en él, iluminándose con la rojiza llama de una tea...

En ese sepulcro nuevo de piedra, amortajado con sabana y sudario recibidos de limosna es colocado con reverencia el Cuerpo de Jesús, Cuerpo humano que permanece hipostáticamente unido a la divinidad del Verbo...

...y salen todos lentamente... y cierran con la piedra rodante la boca de la cueva...

Así se cierra el drama de la Pasión.

Recibe, oh Señor, mi corazón como sepulcro, y permanece en él. Permite a mi alma velar ante tu Cuerpo como lámpara frente al Sagrario. Que en esa santa ocupación se consuma mi vida, y muera por amor a Tí, que me amaste y por mi amor te entregaste a la muerte.

(Meditación... "Señor, pequé ...).

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