lunes, 21 de abril de 2014

Via crucis y via matris (cont).

ADORACIÓN DE LAS CINCO LLAGAS DE JESÚS CRUCIFICADO.


(Por el P. Manuel Robledo, E.D.)

"Si alguno tiene sed, venga a Mí y beba" (Jn. VII-37).

Míradme, Buen Jesús Dulcísimo, arrodillado ante vuestra presencia, y con el mayor fervor de mi alma, os pido y os ruego que os dignéis imprimir en mi corazón, vivos sentimientos de fe, esperanza y caridad, verdadero arrepentimiento de mis pecados y firmísima voluntad de enmendarme; mientras yo con gran afecto y dolor del alma, voy considerando y meditando vuestras cinco llagas, teniendo ante mis ojos, oh buen Jesús, aquello que el profeta David ya ponía en vuestros labios: "Han taladrado mis manos y mis pies y se pueden contar todos mis huesos" (Ps. XXI-17-18).


A la Llaga del Pie Izquierdo.

"Ved mis manos y mis pies" (Luc. XXIV-39).
(Meditación, Padre Nuestro, Ave María, Gloria al Padre.).



A la Llaga del Pie Derecho.

"Han taladrado mis manos y mis pies" (Ps. XXI-17).
(Meditación, Padre Nuestro, Ave María, Gloria al Padre.).



A la llaga de la Mano Izquierda.

"¿Qué significan esas heridas en tus manos? -Porque fuí herido en casa de mis amigos" (Zac. XIII-6).
(Meditación, Padre Nuestro, Ave María, Gloria al Padre.).



A la llaga de la Mano Derecha.

"Les mostró las manos y el costado" (Jn. XX-20).
(Meditación, Padre Nuestro, Ave María, Gloria al Padre.).



A la Llaga del Costado.

"Uno de los soldados, con lanza, le abrió el costado e inmediatamente salió sangre y agua" 
(Jn. XIX-34).



Responsorio: (Is. XII-13).

V/- "Sacaréis aguas con gozo
R/- de las fuentes del Salvador".



Oración.

Oh Padre Misericordioso: Dígnate mirar con amor infinito las Llagas del Cuerpo Santísimo de tu Hijo; y, pues quisiste que con la efusión de la Sangre Divina que manó de estas Llagas, fuera redimido el género humano, fluya tu misericordia en favor de quienes adoramos estas fuentes de salvación. Por el mismo Cristo Nuestro Señor.
Amén.


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VIA MATRIS.

(Camino de la Madre).

(Por el P. Manuel Robledo, E.D. )



El rezo del "Via Matris" es semejante y como paralelo al rezo del "Via Crucis". Considera las catorce Estaciones de éste, pero en sentido inverso, porque se hace con la intención de brindar amorosa compañía a la Santísima Virgen Dolorosa en su regreso del Santo Sepulcro hasta el Cenáculo, pasando por el mismo camino que había transitado el Señor con su Cruz a cuestas, y deteniéndose en cada punto importante que la tradición cristiana ha llamado "Estaciones".

Se reza con mucho fruto espiritual los Sábados de Cuaresma incluyendo el Sábado Santo, como un complemento devocional al viacrucis que se ha rezado los Viernes de Cuaresma y el Viernes Santo.

El presente esquema puede usarse con este fin. Ha sido entresacado de nuestro "Devocionario de Cuaresma y Semana Santa".

Para evitar confusiones a las almas sencillas, advertimos que el haber redactado este "Vía Matris" como una narración protagónica en Primera Persona, es simplemente un estilo literario que nos pareció atractivo, muy piadoso y muy digno de la Madre Dolorosa. Jamás hemos pretendido hacerlo pasar como revelación o locución interior, o como fruto de algún carisma extraordinario.

Esperamos que, mediante su rezo, la Santísima Virgen se digne colmar de gracias a los devotos de su Augusta Soledad.

El Autor.


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Súplica del Alma a la Madre Desolada:


Dulcísima María, Madre de Dios y Madre nuestra:

Hénos aquí, a tus plantas, contritos y humillados por la responsabilidad que nos cabe en la muerte de tu Divino Hijo.

Conocemos y aceptamos anonadados el inmerecido beneficio de la Redención.

Hemos sido bautizados con la Sangre de tu Divino Hijo: somos trofeo suyo en esta lucha singular que acaba de librar contra el demonio seductor y contra la muerte eterna.

Al reconocer su sello indeleble en nuestras almas, no nos desecharás; antes nos amarás por reconocer en nosotros el fruto de tantos dolores y de tan afrentosa muerte. Verás también en nosotros el florecer de tus lágrimas, la recompensa a tu pena.

Permítenos, Señora Nuestra, acompañarte en tu regreso a la Ciudad Santa que hoy se ha convertido en ciudad deicida. Algún consuelo dará a tu alma atribulada nuestra insignificante compañía y el comprensivo dolor con que te amamos.

Dígnate regresar, oh Reina de los mártires. Retorna a tu retiro de Jerusalén cual tórtola doliente que vuelve a recogerse en las concavidades de la peña para gemir en su soledad.

La noche se apresura a tender su luctuoso crespón sobre la tierra. La Parasceve de este sábado solemnísimo de Pascua urge el recogimiento de todos los Israelitas.

Ven, Madre del dolor. Guíanos: seremos junto a ti como mansos corderos; enséñanos: seremos tus pequeños discípulos. Volvamos por el mismo camino que seguiste hoy mismo en pos de tu Hijo atormentado.

Sabemos que el repaso de los mismos sitios donde ha padecido el Redentor, renovará en Ti el dolor inmenso que te hería en esos momentos en que acontecían hechos tan luctuosos; pero, ¿acaso han de borrarse algún día? Nos será de pasmo abismal el contemplar los sentimientos de que abundó tu Alma en cada uno de los sitios en que Cristo dejó su Sangre por nosotros, y en los que Tú, con Esa Sangre, dejaste girones de su Alma.

Que tu ternura de Madre Dolorosa acabe, de ablandar nuestro humillado corazón.

Dios te Salve, María ...

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