miércoles, 8 de junio de 2016

Cristianos Verdaderos y Falsos Cristianos(inicio)




CRISTIANOS VERDADEROS Y FALSOS CRISTIANOS

                                                                                                                            Por “Reitegrado”

PARTE PRIMERA

En busca de un auténtico cristianismo

Como persona desprevenida, un católico de buena voluntad pero sin una profunda instrucción religiosa y amante de novedades, caí en las corrientes de quienes proclamaban un retorno al cristianismo primitivo.
Observé los “Grupos de Oración”, sobre todo a los más entusiastas en sus manifestaciones sensibles, lo cual me causó extrañeza, pues desde niño vi seriedad y profundidad en las oraciones de mi familia y en los templos, y me fue enseñado un profundo respeto a la Santa Misa, porque, decían mis padres, “es la actualización incruenta del mismo Sacrificio del Calvario”.
Pero me convenció saber que eran fervientes católicos, que en grupos dedicados a la oración, buscaban los carismas que, según la Sagrada Escritura, había derramado el Espíritu Santo entre los primeros cristianos, según leemos en los Hechos de los Apóstoles (cf. Act. II – 3). Más aún: escuché que entre ellos corría el dicho de que no se podía poseer el verdadero cristianismo si no se gozaba práctica y experimentalmente de los carismas extraordinarios y si no se recibía sensiblemente la visita del Espíritu Santo en la propia persona; algo así como una posesión física con el gozo experimental de sus carismas.
Pues bien; ingresé en uno de estos grupos, pero no me satisfizo. Me pareció que la excitación de los sentidos desviaba y hasta estorbaba la elevación del espíritu.
Y creo que me asistía la razón, pues no es esto una simple devoción nacida del pueblo católico ya que la religiosidad popular, aunque libre en sus manifestaciones, guarda cierto decoro y devoción antigua y está regulada por la Jerarquía Eclesiástica, es utilizada rectamente para los fines del culto divino y hasta del mismo culto litúrgico; pero las expresiones de estos grupos que se dicen carismáticos, nada de católico tiene. Son una novedad dentro de la Iglesia Católica, pero tan pujante, que constituyen un verdadero “movimiento”.
Al conocer su origen, pude calificar a este movimiento de peligrosa infiltración protestante. ¿Porqué entonces, se propagaba al interior de la Iglesia? Porque cundió con entusiasmo entre los jóvenes católicos norteamericanos que experimentaron orar junto con jóvenes protestantes, y de su resultancia cundió también ente los adultos.
El movimiento traspasó las fronteras de la Unión Americana. La Jerarquía de varios países, alarmada, estudió el caso y discernió que podría compaginar con la piedad católica si se orientaba lo fundamental del movimiento; que no era conveniente desalentar con prohibiciones el entusiasmo juvenil, pero en prevención, debía vigilarlos y dirigirlos para que no se desviaran de la Fe Católica.

La Jerarquía reestructuró ese movimiento desde el nombre, la organización interna y las finalidades. Y en cada Diócesis en que surgiera, sería nombrado por el Obispo un Sacerdote que presidiese como Asesor. Así mismo, según el ambiente y las necesidades pastorales, debía el Obispo dictar normas que obligarían a cada “grupo de oración” para su buen desarrollo.


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