miércoles, 29 de junio de 2016

Cristianos Verdaderos y Falsos Cristianos(cont.)



Después, las cartas de San Clemente Romano, San Ignacio de Antioquía, San Policarpo de Esmirna, Papías de Hierápolis, la Epístola de Bernabé, el discurso a Diogneto y el Pastor de Hermas.

Todos estos escritos nos introducen en el mundo primitivo del Cristianismo, hablándonos con la gran claridad de nuestra época actual: su lenguaje y sus prácticas no son extraños a ningún católico de los tiempos modernos.

Subsiguientemente, los Santos Padres, varones sabios y asistidos por Dios, serían testigos y eco transmisor de la misma doctrina y las mismas prácticas con gran claridad y certera explicación. La exégesis y la teología se desarrollan en sus escritos monumentales.

Pregunto ahora: ¿procedió Gonzalo Vega conforme a la Tradición Apostólica o consultó los escritos primitivos o el testimonio de los Santos Padres para poder gloriarse de haber encontrado al cristianismo primitivo? ¿ No es, más bien, una deformación herética del cristianismo lo que nos presenta , y una usurpación audaz del nombre cristiano con gran ridículo de su parte?.

Se ve que no consultó sino con su soberbia y con sus cómplices norteamericanos protestantes: establecieron un gran negocio disfrazado de cristianismo, donde él mismo administra con el acierto de un próspero empresario.

B.- REPUDIAN AL SACERDOCIO Y, CON ÉL, A LA JERARQUÍA Y AL MAGISTERIO ECLESIÁSTICO

Jesucristo Nuestro Señor, Sumo y Eterno Sacerdote, posee en Si mismo la plenitud del Sacerdocio para glorificar al Padre en el Espíritu Santo y para salvar y santificar a las almas.

Más por el hecho de fundar su Iglesia y haber establecido en ella un Sacrificio y Sacramentos, transmitió sus poderes sacerdotales a los Apóstoles para que éstos aplicaran la Redención a la humanidad: "Como el Padre me ha enviado, también Yo os envío a vosotros. Dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo: Recibid el Espíritu Santo; a quienes perdonareis los pecados, les quedan perdonados, y a quienes los retuviereis, les quedan retenidos" (Jn. XX - 21-23).

Este poder sacerdotal debía transmitirse con la Sucesión Apostólica, pues si la Iglesia había de permanecer hasta el fin de los tiempos debía conservar su esencia tal como Cristo la constituyó, a pesar de la mortalidad humana de los Apóstoles. Y de hecho, el poder sacerdotal fue transmitido a los colaboradores y Sucesores de los Apóstoles: "Y habiéndoles puesto de su mano presbíteros en cada Iglesia ...", nos dicen los Hechos, (XIV- 23). "De su mano" quiere decir que, habiéndoles impuesto las manos y siendo ellos mismos autores voluntarios de esa transmisión, con rito instituido por los mismos Apóstoles para transmitir el poder sacerdotal, como se lee en la ordenación de los Diáconos: "les impusieron las manos" (VI - 6), Y en la ordenación de San Pablo y San Bernabé: "habiéndoles impuesto las manos..." (XIII-3).
Los primeros cristianos reconocían, respetaban y obedecían a los Sacerdotes. En la Didajé se lee: "Hijo, te acordarás noche y día del que te habla la palabra de Dios y le honrarás como al Señor, porque donde se anuncia la majestad del Señor, allí está el Señor.
Buscarás cada día los rostros de los santos para descansar en sus palabras... No los desprecies, porque ellos son los honrados entre vosotros, juntamente los profetas" (XV - 1-2).


Es lo que San Pablo escribiría después: "Acordáos de vuestros guías... obedeced a vuestros guías y mostradles sumisión..." (Hebr. XIII - 7; 17). Asimismo, en las Epístolas a Timoteo y Tito, a quienes escribe para darles instrucciones en orden a sus Diócesis y cómo custodiar el Depósito de la Fe, y reafirma su autoridad a pesar de las apariencias humanas: "que nadie te menosprecie por tu juventud". (I Tim. IV - 11). 



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