martes, 14 de junio de 2016

Cristianos Verdaderos y Falsos Cristianos(cont.)



Nada descuidó el heresiarca asesorado por sus padrinos norteamericanos: emprendió un proselitismo domiciliar repartiendo propaganda escrita  conforme a sus novedades. A algunos que le habíamos seguido, nos envió a las casas. Sé que estos escritos tuvieron respuesta de parte del Sacerdote nuestro Antiguo Párroco, para señalar los errores y puntualizar la Fe Católica.

Desde el momento en que Gonzalo Vega se decidió a dedicarse a la fundación de la Secta, le fluyó dinero de las arcas protestantes norteamericanas. Nuestros perpetuos enemigos del Norte, siempre dispuestos a apoyar cualquier movimiento antipatriótico y anticatólico, acogieron la fundación del ya considerado “Pastor” y lo asesoraron doctrinalmente, lo respaldaron en lo económico, de suerte que, siguiendo la costumbre protestante de sobornar conciencias, pronto pudo contar con un buen número de espectadores y albergarlos en amplios locales alquilados ex profeso. Estos serían después adquiridos por la Secta y anunciados bajo el título de “Centro de fe, esperanza y amor”.

Emprendió después Gonzalo la construcción de un enorme templo en la cima de un cerro de Calacoaya, para cuya edificación esquilmó a sus sectarios con contribuciones forzadas, superiores a sus fuerzas, y se vale de mujeres fanatizadas que colectan recursos por la gran ciudad de México, sin que queden a salvo los paisanos que laboran en los Estados Unidos. Esta construcción ha absorbido el patrimonio de muchos, cuyas quejas y lamentos se filtran en el vecindario.

Y puso el demonio la señal inequívoca a su obra: la esposa, que había sido causa de esta apostasía, fue repudiada por su marido Gonzalo Vega. El jefe de la rebelión se separó de ella no obstante que la amaba y veneraba como a su oráculo.

Los seguidores quedaron escandalizados y muy tristes lamentando que “el matrimonio modelo” se hubiera desunido. Los protestantes norteamericanos protegieron a la mujer y a los hijos abandonados; pero como detectaron que era contraproducente al crecimiento de la secta el estado que vivía el líder iniciador – cualesquiera que fuesen los pretextos apoyados en su falsa interpretación de la Biblia – y como se propagaban hablillas y suspicacias, le instaron por la reconciliación: después de algún tiempo, Gonzalo optó por reconciliarse con su esposa y vivir nuevamente en su compañía.


Ante las anomalías de la secta y de sus fundadores, hubo un desconcierto interno que trascendió a la opinión pública por publicaciones que ellos mismos hicieron en la prensa local (ver “ECOS”, 21 Dic./95, a 11 de Julio/96). Hubo denuncias de chantaje moral y económico, pues las confidencias que se hicieron a Gonzalo y a sus cómplices  para suplir la confesión católica, pusieron al líder una arma poderosa para obligar astutamente a los incautos a cumplir su voluntad, permanecer en la secta o entregar su patrimonio.


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