miércoles, 26 de marzo de 2014

Devocionario para Cuaresma y Semana Santa (cont).

9.- COMUNIÓN PASCUAL.


Todas las prácticas de piedad de este tiempo de Cuaresma te encaminan a una digna celebración de la Pascua, es decir, a la inmolación del Cordero Divino en la Cruz y su triunfo por la Resurrección, místicamente revivida por la Liturgia.

Este Misterio Pascual quiso Cristo resumirlo y mantenerlo vivo y con efectos vivificantes, en el Misterio del Sacrificio Eucarístico, el cual, ofrecido al Padre en el Cenáculo, fué alimento espiritual para los Apóstoles. Misterio de fe que sella la Nueva Alianza y se perpetúa en todo tiempo y lugar hasta la consumación de los siglos, con el mismo milagro de, la Transubstanciación y la misma virtud, de participación santificadora, conforme el mandato omnipotente de Cristo a los Apóstoles y sus Sucesores: "Haced esto en memoria mía" (Luc. XIII-19; I Cor. XI-24-25).

Sabemos por la fe sobrenatural que Cristo está, verdadera, real y substancialmente en la Hostia Consagrada, con su Cuerpo, su Sangre, su Alma y su Divinidad, tal como está en el cielo. Por otra parte, el mismo Cristo afirma: "Mi Carne es verdadera comida y mi Sangre es verdadera bebida" ... "Si no comiéreis la Carne del Hijo del hombre y no bebiéreis su Sangre, no tendréis vida en vosotros" (Jn. VI-56; 54).

La Iglesia, inspirada del Espíritu Santo, interpreta este mandato de Cristo como la urgencia de comulgar por lo ménos uno vez dentro del año, y señala como tiempo apto la Pascua de Resurrección (Cn. 859-1). Entre nosotros puede cumplirse desde que comienza el "Tiempo Ordinario" hasta el 16 de Julio (Cf. Ib. 2).

Sería muy provechoso que escogieras para tu Comunión Pascual el Jueves Santo por ser el día de la Institución de este Divino Sacramento; o la Vigilia Pascual, para regocijarte santamente en la Resurrección de Cristo.

Si hace tiempo que no comulgas o sólo comulgas con cierta frecuencia, prepara esta Comunión con fino esmero. Si comulgas diariamente, prepárala también con delicadeza y amor.

Se supone que antes has purificado tu alma en el Sacramento de la Confesión, como te lo indiqué en el No 5, haciendo la intención de que esa fuera tu Confesión Cuaresmal.

Si después de esta Pascua te propones comulgar diariamente, guarda tu alma de todo pecado mortal y evita los veniales; mas no por esto dejarás la Confesión; sin interrumpir tus comuniones te acercarás cada diez o doce días para confesar tus faltas aunque a juicio tuyo parezca que no has ofendido a Dios. En esto el Confesor es el único juez.

Así mantendrás tu alma en gracia y aumentarás este don divino; cobrarás fortaleza contra los asaltos del enemigo, recibirás luces y dirección para tu reforma y perfección, y presentarás a Jesús Sacramentado una alma cada vez menos indigna de ser morada Suya.

El, en tanto, al hallar menos obstáculos, realizará su obra santificadora.


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10.- HORA SANTA.



("A los fieles que, por espacio de una hora, en cualquier iglesia, oratorio público o semipúblico (para los que usan de éste legítimamente) toman parte en el piadoso ejercicio vulgarmente llamado "Hora Santa", públicamente practicado para recordar la Pasión y muerte de Jesucristo y para meditar y reverenciar el ardentísimo amor, movido del cual instituyó la divina Eucaristía, se les concede: indulgencia plenaria, si expían debidamente sus pecados mediante la penitencia sacramental, se acercan a la Mesa eucarística y rezan por las intenciones del Sumo Pontífice.- A los que, a lo menos con corazón contrito, practican este piadoso ejercicio pública o privadamente, se les concede: Indulgencia de diez años. (Secr. Mem. 14 febr. 1815 y 6 abr. 1816; S.C. de Indulg, 18 Jun. 1876; S. Pen. Ap. 21 Mar. 1933). (Enq. Indulg. 168).

Estas Indulgencias son aplicables al Sermón de la Institución, que se predica en todas las Iglesias en que se está celebrando el Triduo Sacro.

Si por algún motivo no se predica, acude ante el Monumento y lee devota y pausadamente en el Evangelio de San Juan, el Sermón de la Cena, que comprende:

XIII  - 31-38;
XIV  - 1-31;
XV   - 1-27;
XVI  - 1-33;
XVII - 1-26.

Cualquiera de los pasajes comprendidos en estos capítulos, meditados, o todo el texto leído con unción, te servirá de Hora Santa.

Convendría invitaras a otros a este Ejercicio. Si estás gravemente impedido para acudir al Templo, haz lo que puedas en la soledad de tu aposento, trasladándote en espíritu al pie del Monumento.

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