jueves, 13 de marzo de 2014

Devocionario para Cuaresma y Semana Santa (cont).

6.- VIACRUCIS.


El Viacrucis, que se interpreta, "Camino de la Cruz", es, quizás, la devoción más antigua en la Iglesia. Se cree por tradición que fue la misma Santísima Virgen quien, recorriendo diariamente los puntos más notables de la vía dolorosa y meditándolos con las santas mujeres, llegó a la Iglesia esta devoción preciosa.

Los fieles lo han practicado sin interrupción en Jerusalén, y de ahí se extendió a todo el orbe cristiano. Los Sumos Pontífices lo han enriquecido con indulgencia, las cuales, después del Concilio Vaticano II, siguen reconociéndose como indulgencia plenaria.

Conviene que frecuentes el Viacrucis durante la Cuaresma siquiera los martes y los viernes por las tardes, o por lo menos el viernes.

El Viernes Santo lo reza toda la Iglesia de las 10 a las 12 del día, es decir, desde la hora en que Jesús fue condenado en el tribunal de Pilatos hasta la hora en que fue crucificado.

Puedes rezarlo ayudado de cualquier fórmula. Para tu provecho espiritual y a fin de que la encuentres a la mano, te presentamos la siguiente.


OFRECIMIENTO.

"Me amó, y por mi amor se entregó a la muerte" (Gál. II-20).

Padre Eterno, que tanto amaste al mundo hasta darle a tu Hijo Unigénito (Jn III-3), permite que, siguiendo a mi Redentor por el camino de la Cruz con santas consideraciones, pueda seguirle con mi cruz a cuestas durante el camino de mi existencia.

Espíritu Divino, que, obrumbando el seno de la Virgen creaste milagrosamente el Cuerpo de la Víctima Sagrada para que el Verbo pudiera padecer por mí, ilumíname con tu gracia para contemplarle en los momentos en que culminaba la obra de mi redención.

Verbo Encarnado que, al entrar a este mundo te ofreciste al Padre como víctima por el pecado y que me invitas a seguirte cargando mi propia cruz, permíteme poner mis pies sobre las huellas que marcaste en el trance doloroso de tu pasión, para poder confirgurarme contigo en la cruz y repetir como San Pablo: "Yo llevo en mi cuerpo las llagas de mi Señor Jesucristo".

Y Tú, Purísima Virgen María, Madre de mi Dios y Reina del dolor, da a mis ojos lágrimas y traspasa mi corazón con el dardo manso de la compunción, y condúceme en estas consideraciones que con el alma hago del camino de la Cruz.

Es mi intención ganar las Indulgencias que la Iglesia concede a quienes devotamente rezan el Viacrucis, y suplico a la misericordia divina se digne aplicarlas en sufragio de las Benditas Almas del Purgatorio. Amén.

Por las Intenciones del Romano Pontífice: Pater, Ave, Gloria.

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I ESTACION.

Jesús es condenado a muerte.



 Besando tierra: Adorámoste, Cristo y bendecímoste, que por tu Cruz redimiste al mundo. 


"Jesum autem, flagellatum, tradidit eis ut crucifigeretur" (Mth. XXVII-26).

"Y habiendo mandado flagelar a Jesús se lo entregó para que fuera crucificado".



Alma mía, contempla a la Inocencia misma condenado como un criminal mientras es puesto en libertad un notable malhechor.

Pero esta injusticia encierra un misterio profundo: Jesús, purísimo Cordero de Dios, vino al mundo para quitar los pecados (Jn. I-29). El carga sobre sus espaldas la iniquidad de todas las generaciones (Is. LIII-4) ... Carga tus pecados horrendos y se apresta a servir de víctima para que todos los hombres, para que tú, seáis perdonados.

¡Profundos abismos de la voluntad salvífica de Dios expresados en el plan de la redención! ¡Y es Jesús la víctima voluntaria que por amor a todos los hombres, por amor a ti, recibe con vergüenza esa ignominiosa sentencia.

Jesús sentenciado a muerte para que yo, gran malhechor de la Gracia, sea premiado con la gloria eterna! Sé que padeces la sentencia de muero te que yo merecía, y mientras Tú marchas al cadalso; yo soy puesto en libertad...

(Meditación). (Basta medio minuto de silencio).

Señor, pequé, tened misericordia de mí; pecamos y nos pesa, habed misericordia de nosotros.

Bendita y alabada sea la Sagrada Vida, Pasión y Muerte de Nuestro Señor Jesucristo y los dolores y angustias que sufrió su Santísima Madre al pie de la Cruz.

(Mientras se trasladan a la siguiente estación, rezan Pater, Ave, Gloria).


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II ESTACIÓN.

Jesús se encamina al Calvario llevando a cuestas su Cruz.



"Et bajulans sibi crucem, exivit in eum qui dicitur Calvariae locum" (Jn XIX-17).

"Y cargando El mismo su cruz, salió al lugar llamado Calvario".



Así, Jesús amado, así lo anunciabas proféticamente en el Patriarca Isaac, cuando éste subió el monte cargando por sí mismo el instrumento de su propio sacrificio. Pero. ¡ay! qué enorme distancia entre el hombre concebido en pecado, necesitado de reconciliación, y Tú, Hijo de Dios que redimes al mundo pecador...

¿Puede darse, alma mía, mayor demostración de amor y mansedumbre que ser El mismo quien se apresure a transportar su patíbulo?

Es la misma cruz que tus pecados te prepararon, cruz que te quita: para tomarla y hacerla suya, cruz que va a atormentarle pero que El abraza, cruz que debería hundirte en el abismo, pero que El, por su sangre, purifica y convierte en llave del Cielo.

A cambio de la cruz de tus pecados, te da la cruz de la penitencia y te invita a que le sigas fielmente y te muestres su discípulo en la virtud y el dolor.

A vista de la prontitud con que Jesús se abraza a la Cruz, avergüénzate de tu cobardía y pide fortaleza de ánimo para emprender el camino de la reparación.

(Meditación ... etc.).

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